Si el objetivo central es el resultado, la
concentración se cae porque intervienen múltiples variables que
no se pueden controlar tales como: el contrincante, el árbitro, la suerte, etc.
El jugador se vuelve demasiado inestable, vulnerable y como
consecuencia, las derrotas se vuelven más frecuentes. La mente centrada en el
resultado genera jugadores deprimidos e irritados frente a la adversidad. Y este
tipo de quiebre mental no hace más que poner en evidencia la
poca cantidad de futuro positivo que pueden considerar.
La concentración está en la entrega
total en el juego, donde el control es absoluto y, como una
consecuencia, aparecerán los resultados. Aquí el jugador se mantiene concentrado
y sumergido en su esquema de juego. Se olvida de que hay un
árbitro, compañeros con errores, no considera a los adversarios, ni a la
tribuna, ni nada que le impida rendir al máximo. Un jugador cuya confianza
superó el temor a perder, puede a cada instante del juego
arriesgarlo todo pues se siente concentrado en
lo que tiene que hacer y no busca excusas en terceros.
“No gana el que quiere ganar sino el que realmente cree
que va a ganar”.
Con la confianza se puede construir una visión
por la cual la imagen deja de ser un sueño para ser
una realidad futura, evidente e inevitable.
El deportista debe identificar sus múltiples emociones y
pensamientos antes, durante y después de la competencia, y reemplazar
por confianza a todos los aspectos que se vinculan con el miedo y la
desesperación por el resultado.
Todos los integrantes del equipo de alto rendimiento:
entrenadores, preparadores físicos y los mismos jugadores, no deben perder la
oportunidad de analizar todo lo referido a la confianza y
tratar de acrecentarla a partir del reconocimiento de los aciertos, en lugar de
la crítica por los errores. La mente registra los mensajes y a partir de ellos
construye los paradigmas de fondo.
Dejar atrás el pasado y centrarse en lo que va a venir. Frente
a un tanto en contra, un error o una derrota, la mente realmente entrenada, la
cabeza de alto rendimiento, automáticamente borra el registro de
fracaso y se dispone a aprovechar la nueva oportunidad.
Si la mente logra asentarse en el futuro no se frustrará
frente a cualquier contingencia del presente porque sabe que constantemente
el juego le dará una nueva oportunidad. El futuro continuamente
está presentando oportunidades que las mentes preparadas saben
captar y capitalizar.
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