4 de julio de 2012

El Valor Humano y el Espíritu de Rugby

Es esta la historia de una tragedia, que dejó un legado de anécdotas y enseñanzas, que han impactado profundamente en la vida de los actores y del mundo entero. Ella describe y descubre al ser humano en toda su dimensión,  nos muestra el poder de la mente,  el poder influyente de  la determinación,  y el  instinto natural  de supervivencia, los que  provocan acciones que a posteriori son vistas como verdaderos  “Milagros”. 
El Octubre de 1972; un equipo de jugadores de Rugby del Club “Old Chrsitians”; despegaba de Uruguay con destino Chile. El avión de la fuerza aérea nunca llegó; se estrello en plena cordillera. Más de una decena murió en el momento del accidente, otros fallecieron en los días siguientes por las heridas sufridas y un tercer grupo pereció asfixiado y congelado en un alud que sepultó al fuselaje del avión. Dos de ellos  escalaron la montaña y caminaron por la nieve unos 80 kilómetros durante siete días consecutivos hasta ser avistados y rescatados por el arriero. Tras resistir 72 días en condiciones extremas, solo 16 personas sobrevivieron.
Para superar la tragedia, los supervivientes tuvieron que maximizar sus competencias; trabajar en equipo,  escuchar las buenas ideas de los demás, innovar y  decidir en condiciones de extrema tensión.
Fernando Parrado  uno de los 16 supervivientes de la tragedia, contaba su experiencia:
"Una de las lecciones que aprendí tuvo que ver, sobre todo, con la toma de decisiones", decía  Nando. "Parece ridículo lo que voy a decir, pero en los Andes decidí en 30 segundos la manera en que me iba a morir. Cuando estaba en las montañas y vi lo que había adelante, estaba muerto. Al escalar la cima más alta que se veía desde donde estaba el avión, en ese momento me di cuenta que no estaban donde pensábamos –al oeste, cerca de Chile– sino que lo que había por adelante era más nieve, más piedra, más nada. Ahí decidí que me iba a morir caminando y no esperando. Cualquier otra decisión comparada con la decisión de cómo vas a morir es un juego. Desde entonces, siempre que tengo algo que decidir, me acuerdo de ese momento".

"El tema de cómo nos alimentamos con carne humana es otro ejemplo. Había solamente tres opciones: 1) esperar y morirnos todos dentro del fuselaje mirándonos a los ojos, y nadie quería esa opción; 2) el suicidio colectivo, es decir, nos agarramos todos y saltamos en una grieta; 3) comer carne humana, “la esperanza de seguir Vivos”. A pesar de lo dramático de la decisión, todos decidimos seguir esa tercera vía".

Aprendi también que aunque las decisiones tomadas democráticamente funcionan, llega un momento en que alguien tiene que liderar, porque no siempre es fácil poner de acuerdo a un grupo de personas sobre la forma de actuar. "No siempre el que está apuntado como líder es realmente líder. Cada uno es líder por sus acciones, y allí, con el tiempo, los líderes fueron cambiando por sus acciones. Nadie dijo "tú vas a ser líder y nos vas a mandar", sino que hubo tres o cuatro que lideraron aquello, y eran personas normales que hicieron acciones extraordinarias en circunstancias difíciles. Fuimos todos solidarios, poco egoístas, que es muy importante. Nunca fuimos tan buenos trabajando en equipo como en los Andes", explica Nando.

"El objetivo nuestro era sobrevivir… todo el instinto, toda la fuerza, la inteligencia, el trabajo en equipo, se puso en un solo objetivo: salir de ahí por nosotros mismos, porque oímos por la radio que nadie nos iba a rescatar. En mi caso, sabía que tenía que conservar mis energías hasta el verano, porque no podíamos intentar salir de ahí antes por el frío, pues te hundes en la nieve hasta la cintura. Yo decía: si me pongo triste y lloro, voy a perder sal por mis lágrimas. O sea, no puedo permitirme el lujo de perder esa energía".
Otra de las lecciones que allí aprendieron es que se necesita poner imaginación para buscar soluciones, que hay que saber innovar. Por ejemplo, la pared de maletas, maletines y asientos que construyó el capitán del equipo apenas estrellado el avión para que el viento no entrara al fuselaje, les salvó la vida, pues si no hubiera estado esa pared, se hubieran congelado la primera noche. Otro inventó una especie de hamaca (Construcciones), para sostener a los más heridos, fabricada con los cinturones de seguridad y dos postes de metal. También fue ingenioso el invento para derretir el hielo y tomar agua, cuestión que era más problemática que la comida (el cuerpo humano se deshidrata cinco veces más rápido a esa altura que a nivel del mar). Finalmente, con un aislante para el frío que encontraron en la cola del avión, fabricaron un saco de dormir para la travesía de Parrado y Canessa; los elegidos para ir en busca de ayuda; sin ese saco,  se hubiesen muerto congelados enseguida.


Fernando Parrado ( Relato de la Experiencia)

¿Qué descubrió a partir del milagro de los Andes?
Siempre digo que allá arriba tomé la decisión más importante de mi vida en treinta segundos. Estábamos en la expedición con Roberto Canessa, desde hacía días caminábamos para tratar de llegar a algún lado pero lo único que veíamos era nieve y montañas. Todo el tiempo, nieve y montañas cada vez más altas. En una de las escaladas llegamos hasta una cumbre convencidos de que del otro lado encontraríamos algo que no fuera blanco, esperábamos ver algo que nos diera una mínima esperanza. Subimos hasta lo más alto, levantamos la cabeza y en lugar de ver un valle verde, nos dimos cuenta de que seguíamos en el medio de la nada. Para donde miráramos había nieve y picos de montañas. En ese momento yo elegí cómo morir, me paré frente a Roberto y le dije: "O nos quedamos acá y nos morimos mirándonos a los ojos, o nos morirnos caminando. Yo quiero morirme luchando". Y por eso seguimos caminando, y por eso nos salvamos. Esa fue la decisión más importante que tomé en mi vida: cómo morir.
No será cómo vivir?...
Es verdad, ese día decidí cómo vivir.
¿Qué cosas valora hoy?
Valoro las cosas más simples. Primero, el hecho de despertarme cada mañana. No puedo dejar de sentir que yo no tendría que estar acá. Nadie que no haya estado ahí, nadie que no haya vivido la experiencia de volver de la muerte, puede percibir la suerte que tuvimos. Hasta el último día, hasta el último minuto creímos que no nos íbamos a salvar. Fueron 72 días de absoluta condena. Estábamos destruidos, enterrados en el medio de un glaciar. Por eso cada día, para mí, es un milagro y trato de aprovecharlo al máximo.
¿Pero cómo cambió su perspectiva, sus valores? ¿Cuál es para usted la relación entre lo profundo y lo trivial?
La gente se hace problema por cosas que no tienen sentido. Hay que pasar por una cosa así para darse cuenta de la diferencia entre lo importante y lo que no lo es. En general, me siento distinto en la percepción de los problemas del día a día: la gente se complica, yo me volví bastante simple. En el trabajo, con mi socio, cuando cada tanto me encuentro discutiendo por estupideces, me acuerdo y digo: no, así no es. Tengo la sensación de que nada es irremediable, que todo tiene solución.
¿Y la película "¡Viven!"?
En el rodaje, yo les contaba un poco la historia, hablaba con los actores sobre determinadas situaciones. Era gracioso, porque yo les decía que nosotros teníamos la cara cubierta permanentemente para resguardarnos del frío y del sol, parecíamos momias. Estábamos todos tapados con pedazos de telas y todos sucios. Y los actores, los productores también, claro, estaban desesperados porque se les vieran las caras.
O sea que la película no es un reflejo demasiado fiel de lo que pasó.
La película es un picnic al lado de lo que vivimos, es una excursión al campo. Ahí no se ve el frío, la sed, la muerte ni el sufrimiento, pero bueno... pienso que exactamente como pasó hubiera sido imposible de filmar. La verdad fue mucho más terrible de lo que cualquiera pueda imaginar.
Desde el cuarto día usted quería emprender la expedición de regreso, ¿estaba convencido de que podía lograr que los salvaran o necesitaba escaparse del avión?
Yo sabía que era prácticamente imposible, no creía que pudiéramos lograrlo pero necesitaba salir de ahí. Mi madre, mi hermana, mis mejores amigos habían muerto y yo no podía dejar de pensar en mi papá. Me imaginaba lo que estaría sufriendo y me volvía loco. Desde el principio, lo único que quería hacer era irme, pero por suerte los chicos me frenaron, porque si hubiera salido antes me habría muerto a las dos horas. Durante el primer mes, cuando salíamos del avión, nos hundíamos en la nieve hasta la cintura, y además con el frío hubiera sido imposible tratar de volver antes.
¿Cómo influyó en la supervivencia el hecho de que todos fueran amigos o compañeros de rugby?
Fue un factor clave. Nosotros no llegamos a la barbarie total, al límite del comportamiento animal, porque éramos amigos. En cualquier otra circunstancia nadie hubiera sobrevivido, pero entre nosotros había una unión muy fuerte. Cada uno pasaba por un estado mental distinto y nos íbamos ayudando uno a otro. Desde el principio nos ayudó a organizarnos en tareas y estábamos muy disciplinados.
¿Cuál es su conclusión de toda aquella aventura?
Que hoy ya sé definir bien cuáles son las cosas importantes y cuáles no. A mí me gustan los negocios, quiero tener éxito, pero siempre y cuando lo demás esté en su lugar. Es más importante la familia. El cien por cien de los que estábamos en los Andes queríamos volver por nuestra familia, no por nuestros contratos, estudios o dinero. Quemamos todo el dinero que había en el avión, y eran miles de  dólares en billetes, y lo quemamos por un poco de calor. O sea, que ahí se ve la importancia que tiene el dinero.
Para Gustavo Zerbino, la experiencia no concluyó allí; compartió una anécdota que ocurrió después con sus hijos.
Sebastián, uno de mis seis hijos, cuando tenía seis años le puse un vídeo con nuestra historia y después se la contó a uno de sus amigos. “Se encontraban tan débiles que no tenían fuerza para trepar las montañas y sus amigos les prestaron los músculos”, le dijo. ¡Qué simple y con qué grado de naturaleza cuenta un niño una experiencia que ha escuchado desde que nació!
Lo único que quiero compartir es la alegría  de estar vivo y el  amor. Contaré otra anécdota.
Uno de mis  hijos  jugaba con un muñeco de plástico en el patio del colegio. Le sacaba las piernas, lo vendaba, lo llevaba amarrado. Nos llamó la psicóloga para decirnos que estaba muy mal. Yo le pregunté ¿Y esto está mal?’. ‘Los héroes de mi hijo son seres humanos que fueron solidarios, que se ayudaron y que transformaron el problema en oportunidad. Pero a usted le parece que si juegan con soldaditos o a ser ‘cowboys’ y matan a la gente, eso está bien. ¿Por qué no va usted al psiquiatra y le dice que le asusta la gente que juega con valores humanos?
Reflexion:
En una montaña hay abismos y muchas irregularidades; la montaña es un obstáculo; escalar una montaña exige mucho produce desgaste; opresión pulmonar, deformación de gestos por el esfuerzo, fatiga; la escalada se tiene que hacerse con lentitud, quiérase o no. Las montañas quitan visibilidad es una prueba inigualable, donde hay que poner mucho esfuerzo, mucha constancia, mucha decisión, algo de esperanza.
La vida, por naturaleza  inevitablemente, tiene montañas.
Todos tenemos cordilleras que atravesar....

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